martes, 25 de mayo de 2010

El negocio de limpiar el planeta

En el último año empresas particulares, torneos y hasta automóviles se han apuntado a la compensación voluntaria de emisiones, un negocio que mueve unos $1,450 millones al año, parte de ellos sin control, y que supone una especie de bula ecológica. No importa cuánto contamine uno, siempre que luego pague por ello.


Si compra un Volkswagen Polo Blue Motion, la empresa afirma que plantará 17 árboles y que estos absorberán tanto CO2 como el que emitirá el coche durante los primeros 50,000 kilómetros; la empresa Forlasa sostiene en su publicidad que compensa las emisiones de dióxido de carbono que genera su queso manchego; Liberty Seguros ofrece una póliza que por $29 más al año compensa las emisiones de CO2 de un coche. La cumbre de Bali generó tanto CO2 como un país del tercer mundo, pero no pasa nada: Indonesia plantó a cambio miles de árboles.

El gobierno español ultima un registro en el Observatorio de la Sostenibilidad del ministerio y la Universidad de Alcalá de Henares para que de forma medible, creíble y controlada se sepa cuántas emisiones reduce cada empresa de forma voluntaria. Para que exista un sello, al igual que para los alimentos ecológicos, que certifique que efectivamente se está reduciendo el CO2, principal responsable del cambio climático. Este dióxido de carbono se acumula en la atmósfera, retiene el calor que emite la Tierra y la calienta.

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